Tres meses sin escribir.
Entre el verano, líos, líos y sobre todo… el abuelo.
No mejora. Son muchos días en los que sentimos que no avanzamos, pero hay que estar. Él es la persona más importante de mi vida. Y no se le puede dejar. No quiero. No debo. No sabría.
Ayudar. Estar. Acompañar.
Eso es lo único que importa.
Y entre todo eso, este finde han sido fiestas en Zizur.
¡Qué bien sienta el reencuentro!
Gente, música, comidas, familia, amigos, carcajadas, recuerdos, planes…
Vivir.
De eso va esto, ¿no?
El problema es que a veces se nos olvida.
Vivimos como si fuéramos a estar aquí siempre.
Y no. Hace mucho que entendí que estamos de paso. De camino.
Y cada día que pasa, vuela.
Así que me da igual lo que digan.
Lo que piensen.
Quiero vivir. Y estar con quien quiere vivir conmigo.
Sin máscaras. Sin postureo.
De verdad.
Y ahora empieza el otoño.
Y luego vendrá el invierno.
Y ojalá nuevas promesas, nuevos retos, nuevas ganas de seguir.
Porque solo hay una vida.
Y si tú, que estás leyendo esto, piensas más en lo que dirán que en lo que sientes…
Entonces, igual es que algo falla.