Tras dos fines de semana de descanso, las botas volvieron a pisar el campo. Bueno, descanso… eso para algunos, porque entre comidas con bailables y el «pimiento de Jero», el espíritu Boscos nunca se detuvo. Y aunque algunos, como Txentxo, se nos hicieron a «menos cuarto», ya estábamos todos listos para lo importante: la vuelta del Boscos.
¿Y qué vuelve?
Frío, goles y recuerdos.
La mañana comenzó fría, como debe ser en un buen clásico. El rival, Anaitasuna, tenía tantas ganas como nosotros, pero con un toque especial: Alberto, Iosu y… Garralda, donde vivió una temporada llena de historias. Aunque volvió. Por nostalgia, por fútbol y por esos almuerzos que nunca faltan. Hasta le ofrecieron sacar la foto con su ex-equipo… ¿por qué será?
Intensidad, goles y un final inesperado
El partido empezó con intensidad. Primeros minutos y primeros goles. Como dijo el míster en la charla previa, había que aguantar el tirón inicial, pero los goles cayeron rápido. En pocos minutos, ya íbamos 2-2. Y sí, uno de esos goles lo marqué yo… ¡con la derecha! Que alguien lo escriba en los libros del Boscos, porque estas cosas no se ven todos los días.
Y entonces, el partido se murió. De esos que van de aquí para allá, sin grandes ocasiones, hasta que en la segunda parte, cuando el empate parecía asegurado, el destino nos tenía preparado un giro final. Tras cambios obligados, Alkate desde la banda preguntó qué pasaba, el míster reaccionó, aunque… Y en medio del caos, llegó el inesperado 2-3. Un «tarantán» que nadie vio venir, pero que nos dejó helados.
Culpables y zapatillas nuevas
En el vestuario, las miradas lo decían todo. ¿Quién tuvo la culpa? Quizás las botas nuevas de Jero, recién llegadas de Canarias y tan amarillas como la camiseta de Boscos. Quizás el último pase, el cruce fallido, o simplemente, la vida misma.
Los primeros en sentarse en el banco y buscar respuestas fueron los de siempre. Las caras lo decían todo. Pero ya se sabe, en Boscos las culpas duran poco. Lo importante es que las botas de Jero sigan «sin tocarla», el almuerzo esté listo y las risas no falten.
Cumpleaños, rondas y promesas
Y cuando parecía que el día acababa en derrota, llegó la sorpresa: Fabián confesó que era su cumpleaños. Alberto, sin la agenda a mano, se despistó. Pero las rondas no faltaron, y los brindis tampoco. Jero cantó una de las suyas y cumplió con el brindis. Y como no podía ser de otra manera, el almuerzo acabó con «Cumpleaños», «Zorionak» o «panchitos fríos y calientes», y muchas promesas para las próximas semanas. Que si cenas, que si más partidos, que si el almuerzo del próximo sábado… porque la vida sigue.
Boscos, siempre Boscos
Y al final, todo se resume en lo mismo: el campo puede ser ingrato, pero la mesa nunca. El resultado, como siempre, se olvida. Las rondas, los chistes y las promesas quedan para siempre.
Porque así es Boscos. Porque esta mañana nos hemos levantado… ¡con más ganas de Tximitxurri Trakatrá que nunca!