Cada día me reafirmo más en una idea que me ha acompañado a lo largo de mi vida: nuestro trabajo es un reflejo de lo que somos. No es solo lo que hacemos de 9 a 5, no es el título que figura en nuestra tarjeta de presentación, ni siquiera las tareas que desempeñamos. Es la manera en la que decidimos afrontar cada reto, cada proyecto y cada interacción con los demás.
Hace poco, un colega me pasó un video de Ricardo Piñero que me hizo detenerme y pensar. Decía: «El trabajo no es lo que haces, sino lo que eres.» Y cuanto más lo escuchaba, más resonaba en mí.
Porque en realidad, cada cosa que hacemos es un reflejo de lo que llevamos dentro. No podemos actuar de una manera en nuestro trabajo y ser completamente distintos en nuestra vida personal. Si somos responsables, comprometidos, apasionados en lo que hacemos, es porque esos valores están en nuestra esencia. Y lo contrario también es cierto: si somos indiferentes, si dejamos las cosas a medias, si solo buscamos el mínimo esfuerzo, al final, eso dice más de nosotros que cualquier currículum.
Una lección que aprendí con los años
A lo largo de mi vida y mi carrera profesional, he tenido la oportunidad de trabajar en distintos proyectos, de rodearme de gente increíble, pero también de enfrentarme a momentos en los que la motivación no era suficiente y el cansancio pesaba más que las ganas. Y en esos momentos me he hecho siempre la misma pregunta:
📌 ¿Cómo quiero que me recuerden?
La respuesta siempre ha sido la misma: quiero que lo que hago hable por mí, que cada acción refleje mi compromiso, mi pasión y mis valores.
Porque el trabajo no se trata solo de cumplir, sino de construir algo con significado. Se trata de saber que cada día dejamos una huella, que cada decisión que tomamos moldea nuestro camino y nos define.
Cuando entendí que el trabajo es más que una ocupación
Hubo un momento en mi carrera en el que me di cuenta de que todo lo que hacía estaba marcando una diferencia, no solo en mi entorno, sino en mí mismo. Cada pequeño esfuerzo sumaba, cada detalle cuidado, cada idea que aportaba algo nuevo, era parte de mí.
Fue en ese punto cuando entendí que no quería hacer las cosas solo por hacerlas. Quería que cada proyecto, cada reunión, cada decisión, fuera un reflejo de mis valores.
En Q+D, aplico esta filosofía todos los días, siguiendo los valores que rigen la empresa y que forman parte de mi manera de entender el trabajo. No se trata solo de diseñar proyectos funcionales, sino de crear soluciones que sean un reflejo de lo que realmente queremos aportar al mundo.
Para mí, cada proyecto es más que una entrega; es una extensión de mi compromiso con la calidad, la creatividad y la innovación. No busco simplemente cumplir con expectativas; busco superarlas, porque creo que lo que hago es una parte de lo que soy.
Pero esto no es solo algo aplicable a mi sector. Es aplicable a cualquiera que quiera encontrarle un propósito a lo que hace. No importa si eres diseñador, médico, maestro, emprendedor o deportista. Si lo que haces no está alineado con quién eres, tarde o temprano sentirás que falta algo.
El verdadero reto: no perder nuestra esencia
La vida y el trabajo nos ponen muchas veces en situaciones en las que es fácil desviarse del camino, en las que podemos olvidar por qué empezamos o para qué estamos haciendo lo que hacemos. Pero ahí es donde entra la gran pregunta:
💡 ¿Estoy siendo fiel a mí mismo en lo que hago cada día?
Si la respuesta es sí, vas por buen camino. Si la respuesta es no, tal vez sea momento de replantear, de ajustar el rumbo. No para cambiar de trabajo, sino para cambiar la manera en la que lo vives.
Porque el problema de hacer algo que no nos representa es que nos convierte en lo que no queremos ser. Si trabajamos de manera mediocre, nos convertimos en mediocres. Si actuamos sin integridad, nos convertimos en personas sin integridad.
Por eso, el mayor aprendizaje que puedo compartir desde mi experiencia es este:
👉 Haz que tu trabajo sea un reflejo de lo mejor de ti.
👉 Asegúrate de que lo que haces te define, te representa y te hace crecer.
👉 Recuerda que cada acción, cada decisión y cada proyecto que tocas, es parte de tu legado.
«Porque siempre hay un poco de luz detrás de cada sombra»
(Métrica inspirada en la canción «Something Just Like This» de The Chainsmokers & Coldplay)
Mientras pensaba en todo esto, recordé una frase que refleja cómo enfrentamos los retos de la vida y el trabajo. No se trata solo de llegar a hacer algo, sino de hacerlo desde la convicción, desde la certeza de que podemos lograrlo y marcar la diferencia.
Creo que esto define perfectamente cómo deberíamos abordar cada proyecto y cada desafío. No estamos aquí para probar si podemos, sino porque sabemos que podemos dar lo mejor de nosotros mismos. Cada acción es una oportunidad para dejar nuestra marca, para convertir algo ordinario en extraordinario.
Porque al final del día, lo que hacemos no se mide solo en resultados, sino en el impacto que dejamos en los demás. Es la luz que aportamos, el valor que imprimimos en cada cosa que tocamos.
El trabajo no es lo que hacemos, sino lo que dejamos en los demás
Cuando pasen los años, no nos recordarán por los correos que enviamos, por los informes que entregamos o por los proyectos que cerramos. Nos recordarán por la huella que dejamos en los demás, por el impacto que generamos, por cómo hicimos sentir a quienes trabajaron con nosotros.
📌 ¿Tu trabajo refleja lo que eres?.
Si la respuesta es sí, sigue adelante. Si la respuesta es no, tal vez sea momento de cambiar algo. Porque al final, el mejor trabajo no es aquel que más reconocimiento nos da, sino el que más nos representa.
👉 Sé auténtico. Sé valioso. Sé quien realmente eres.
Porque cada acción define el camino que recorremos y, sobre todo, quiénes somos en ese viaje.