Hoy comenzó un nuevo año para mí en el Trofeo Boscos. Uno más, y ya son más de treinta. Treinta años madrugando los domingos (algunos a menos cuarto), compartiendo el frío, las risas y esos momentos que hacen que todo esfuerzo valga la pena. Porque esto no es solo fútbol. Es ilusión, amistad y esa magia única que nos regala cada partido.
A pesar de las complicaciones del día –también jugaba Andoni en Leitza–, me las arreglé para estar aquí. Porque el Trofeo Boscos, mi equipo Lacturale Boscos, es más que un equipo: es parte de mi vida, un lugar donde cada jugada, cada penalti y cada almuerzo son un recordatorio de lo importante que es disfrutar de estos momentos.
Un Penalti para Cambiarlo Todo
El partido no comenzó bien. Encajamos un gol casi al principio, pero no nos rendimos. Seguimos intentándolo, y pronto llegó la jugada que pudo haber cambiado todo. Todo empezó con un pase perfecto de Óscar, de esos que hacen fácil lo difícil. Logré escaparme de mi marcador (algo que no pasa todos los días) y, cuando intentaba avanzar un poco más, el balón golpeó en la mano del defensa. Penalti.
En ese momento, Fabián, con una confianza admirable, tomó el balón. No hizo falta que lo pidiera. Yo, para evitar más comentarios en el almuerzo (que ya sé cómo va esto), se lo cedí. Tomó carrera, golpeó… y el balón salió disparado hacia la vía del tren (grabado, cómo no, por Alkate). Desde la banda, las bromas no tardaron en llegar: “Si lo hubieras tirado tú…”. Pero en el Boscos sabemos que esto no se trata de quién lo tira o quién falla. Si entra, celebramos todos. Si no, se convierte en una anécdota más que compartimos con humor.
Alberto: Nuestro Guardián en la Portería, sigue siendo el «Rey»
Si seguimos en el partido, fue gracias a Alberto. Lleva muchos años jugando, pero últimamente parece un juvenil. Con reflejos y paradas que nos dejaron a todos con la boca abierta, evitó que el marcador fuera mucho peor. Gracias a él, no nos cayó un saco. Y aunque movernos cuesta, y a mí más, ver a Alberto bajo los palos nos dio a todos esa chispa de esperanza que siempre necesitamos, algo tiene que tener o le dan.
Al terminar el partido, apareció en el almuerzo con un rosco bajo el brazo. ¿Tendría algo que celebrar? Seguro que sí. Porque, con su experiencia y su pasión intacta, Alberto es el ejemplo de que la ilusión no tiene edad.
El Míster y Su Sabiduría
Después del partido, Josemari, el míster, como siempre, nos dejó una frase para el recuerdo: “No juguéis para que se diviertan dos”. Lo decía refiriéndose a nuestras jugadas de siempre: Gotxe sacando desde abajo, buscando a Iñaki en solitario, mientras yo, fiel a mi estilo, caía en fuera de juego.
Lo decía con esa mezcla de humor y verdad que tanto lo caracteriza. Porque en el Boscos, como en la vida, no se trata de que unos pocos brillen. Se trata de jugar en equipo, de compartir y de hacer que todos disfrutemos. Porque lo importante no es quién mete el gol, sino que todos seamos parte de la jugada.
El Almuerzo: Huevos, Patatas y Mucho Más
Y como siempre, el verdadero partido comenzó después. Entre huevos, patatas (y más patatas de Asier), y el famoso rosco de Alberto, las jugadas falladas y las palabras del míster, Josemari, se convirtieron en motivo de risas. Las fotos inmortalizaron (con el de los gigantes) un momento que, como cada domingo, nos recordó por qué seguimos aquí.
Eso sí, entre broma y broma, lo único que nos preocupa es que no vuelva Arko, nuestro portero suplente, que es más de andar que de parar. Porque, aunque en el Boscos todo tiene su chispa, también sabemos dónde está nuestro límite.
Más de Treinta Años de Aprendizaje
Treinta años después de mi primer partido, sigo viniendo al Boscos con la misma ilusión. No importa si el balón va a la vía del tren, si encajamos un gol al principio, o si entra es gol. Lo importante es que seguimos aquí, disfrutando de esos ratos únicos que la vida nos regala.
Moverse cuesta, y a mí más (en la banda me lo recuerdan constantemente), pero siempre merece la pena. Porque esto no es solo fútbol. Es una lección constante de compañerismo, de humildad y de disfrutar del camino, independientemente del resultado.
Una Frase para Empezar el Año
Este primer partido del año me deja una lección para la vida:
“La vida, como en el Lacturale Boscos, no se trata de ganar siempre, sino de intentarlo, compartir y disfrutar de los momentos que nos unen.”
Que este año nos traiga más goles (si Fabián los mete), menos sustos en la portería (por si vuelve Arko), y muchos más domingos mágicos como este (echamos en falta al Capi). Porque mientras sigamos jugando, mientras sigamos compartiendo estos momentos, estaremos ganando, en el campo y en la vida.