Domingo 20 de julio de 2025
El 15 de julio fue un día de emociones.
No solo por el final de los Sanfermines —que ya es mucho, tal y como escribí por aquí—, sino porque, ese mismo día, tomé una decisión importante: cerrar una etapa profesional intensa, valiosa, que me ha dejado huella.
Ese día comuniqué que no seguiría en Q+D.
Y aunque las despedidas nunca son fáciles, sentí que era el momento.
En la vida hay que tomar decisiones.
Y no siempre son cómodas, ni seguras, ni obvias.
Pero si algo tengo claro, es que cuando se toman desde la verdad, son el principio de algo mejor.
Lo que me llevo es mucho más de lo que dejo.
Me llevo una experiencia de casi un año en la que he podido aportar lo que soy.
Y he aprendido mucho más de lo que imaginaba.
Me llevo el cariño de una empresa que me abrió las puertas desde el primer día.
Y de personas que se han convertido en parte de mi historia:
Aitor, David, Kepa, Isabel, compañeros y amigos con los que he compartido mucho más que trabajo.
Me llevo los viajes, los retos, las reuniones, los aprendizajes, las ferias…
Colonia, Bilbao, Barcelona, Madrid, Zaragoza, Vitoria, Donosti, Logroño…
Y en cada sitio, personas con las que conecté desde lo humano, no solo desde lo profesional.
También me llevo muchos pequeños momentos que dejan huella.
Como aquella comida de Navidad que me pidieron buscar sitio para comida, tardeo, cuando apenas llevaba tres meses en la empresa, y que terminó de confirmarme que había aterrizado en un equipo lleno de corazón.
Una jornada que dio pie a este post que escribí en su día y que, con el tiempo, cobra aún más sentido: (picha en el enlace).
“Somos un equipo – Reflexiones tras la comida de Navidad en Q+D”
El viernes 18 fue mi último día.
Y no hubo discursos largos, ni actos formales.
Comunicado oficial de la empresa, el mío de despedida y luego saludos, abrazos, besos con todos.
Unos de despedida, otros de agradecimiento.
Café y pincho con Aitor, Gerente y David, compañero, grandes profesionales, y grandes amistades que me llevo, y para ello, foto de portada de recuerdo.
Pero sobre todo, un sentimiento compartido: el de haber vivido algo que merece ser recordado.
Hoy es domingo. Y, como pasa tras cada despedida, llega el momento de mirar hacia delante.
La semana que empieza trae consigo nuevos proyectos, nuevas ilusiones, nuevas reuniones.
Una hoja en blanco. Y muchas ganas de escribir en ella.
No sé todo lo que vendrá. Pero sí sé cómo quiero vivirlo:
Con ilusión.
Con entrega.
Con el aprendizaje de lo vivido.
Y con la certeza de que lo mejor, siempre, está por venir.
Porque las etapas se acaban, sí.
Pero lo que has vivido con alma… eso no se va nunca.
Se queda contigo.
Y te acompaña para siempre.