El regreso más esperado: Boscos y un final que nos dejó helados, como el día

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Diego Maquirriain

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Tras dos fines de semana de descanso, las botas volvieron a pisar el campo. Bueno, descanso… eso para algunos, porque entre comidas con bailables y el «pimiento de Jero», el espíritu Boscos nunca se detuvo. Y aunque algunos, como Txentxo, se nos hicieron a «menos cuarto», ya estábamos todos listos para lo importante: la vuelta del Boscos.


¿Y qué vuelve?

Frío, goles y recuerdos.

La mañana comenzó fría, como debe ser en un buen clásico. El rival, Anaitasuna, tenía tantas ganas como nosotros, pero con un toque especial: Alberto, Iosu y… Garralda, donde vivió una temporada llena de historias. Aunque volvió. Por nostalgia, por fútbol y por esos almuerzos que nunca faltan. Hasta le ofrecieron sacar la foto con su ex-equipo… ¿por qué será?


Intensidad, goles y un final inesperado

El partido empezó con intensidad. Primeros minutos y primeros goles. Como dijo el míster en la charla previa, había que aguantar el tirón inicial, pero los goles cayeron rápido. En pocos minutos, ya íbamos 2-2. Y sí, uno de esos goles lo marqué yo… ¡con la derecha! Que alguien lo escriba en los libros del Boscos, porque estas cosas no se ven todos los días.

Y entonces, el partido se murió. De esos que van de aquí para allá, sin grandes ocasiones, hasta que en la segunda parte, cuando el empate parecía asegurado, el destino nos tenía preparado un giro final. Tras cambios obligados, Alkate desde la banda preguntó qué pasaba, el míster reaccionó, aunque… Y en medio del caos, llegó el inesperado 2-3. Un «tarantán» que nadie vio venir, pero que nos dejó helados.


Culpables y zapatillas nuevas

En el vestuario, las miradas lo decían todo. ¿Quién tuvo la culpa? Quizás las botas nuevas de Jero, recién llegadas de Canarias y tan amarillas como la camiseta de Boscos. Quizás el último pase, el cruce fallido, o simplemente, la vida misma.

Los primeros en sentarse en el banco y buscar respuestas fueron los de siempre. Las caras lo decían todo. Pero ya se sabe, en Boscos las culpas duran poco. Lo importante es que las botas de Jero sigan «sin tocarla», el almuerzo esté listo y las risas no falten.


Cumpleaños, rondas y promesas

Y cuando parecía que el día acababa en derrota, llegó la sorpresa: Fabián confesó que era su cumpleaños. Alberto, sin la agenda a mano, se despistó. Pero las rondas no faltaron, y los brindis tampoco. Jero cantó una de las suyas y cumplió con el brindis. Y como no podía ser de otra manera, el almuerzo acabó con «Cumpleaños», «Zorionak» o «panchitos fríos y calientes», y muchas promesas para las próximas semanas. Que si cenas, que si más partidos, que si el almuerzo del próximo sábado… porque la vida sigue.


Boscos, siempre Boscos

Y al final, todo se resume en lo mismo: el campo puede ser ingrato, pero la mesa nunca. El resultado, como siempre, se olvida. Las rondas, los chistes y las promesas quedan para siempre.

Porque así es Boscos. Porque esta mañana nos hemos levantado… ¡con más ganas de Tximitxurri Trakatrá que nunca!

Sobre el autor

Diego Maquirriain

🚀 Transformar ideas en impacto real

No se trata solo de lo que haces, sino de cómo lo haces y por qué lo haces. A lo largo de mi trayectoria, he aprendido que el conocimiento no sirve de nada si no se comparte, que las mejores oportunidades nacen de las relaciones auténticas y que el éxito no es solo un destino, sino la huella que dejas en los demás.

Durante más de 20 años he trabajado en liderazgo, estrategia y gestión de proyectos en sectores tan diversos como el marketing, las ventas, la innovación y el desarrollo social. Desde la creación y dirección de la Fundación Osasuna, donde aprendí el valor de las alianzas estratégicas al gestionar más de 500 patrocinadores, hasta la dirección de proyectos en Nicaragua, donde lideré iniciativas que generaron un impacto social tangible.

Mi paso por el mundo corporativo, en compañías como TICNA y Q+D, me ha permitido desarrollar estrategias avanzadas en marketing digital, ventas e inteligencia artificial, logrando resultados medibles y transformaciones reales en negocios y organizaciones.

¿Por qué este blog?

Porque creo en el poder de compartir experiencias y aprendizajes. Si hay algo que pueda ayudar a alguien, entonces este espacio habrá cumplido su propósito. Aquí no se trata de vender nada, sino de aportar valor, de inspirar, de conectar.

Si algo he aprendido en todos estos años, es que la diferencia entre la gente «top» y la gente «del montón» no es el talento, sino la actitud. Y si algo puedo hacer por los demás, es compartir herramientas, ideas y reflexiones que sirvan para tomar mejores decisiones, superar desafíos y, sobre todo, disfrutar más del camino.

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